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7 ago 2025

IA: El calendario Inca según Zuidema

La presente entrada la realicé usando inteligencia artificial con Gemini 2.5 Flash con la opción Deep Research, preguntando: Descríbeme el calendario inca según la investigación de Tom Zuidema. El resultado es sorprendente, aunque algunas de las afirmaciones no son precisas de acuerdo al libro El Calendario Inca que usé como referencia para mi entrada El calendario Inca según Tom Zuidema como por ejemplo: 

  1. Las 41 semanas de 8 días, que en realidad Zuidema dice que la duración de las semanas es variable.
  2. Los incas tenían la capacidad de predecir los eclipses lunares, que Zuidema no lo ha mencionado.
  3. La favorable alineación arquitectónica del Coricancha con algunos eventos astronómicos, que Zuidema dice lo contrario, solo la arquitectura interna de un salón del Coricancha sirvió para observar la salida heliaca de las Pleiades, aunque también se pudo observar la salida del Sol en el solsticio de junio, pero esto último no tiene que ver con la arquitectura necesariamente.

El plus de la versión de la IA es que menciona que pueden existir posiciones en contra de lo planteado por Zuidema debido algunas evidencias de la desaparición de las Pleiades por 61 días, en vez de 37 días.

Las fuentes usadas por Gemini 2.5 fueron:

  • researchgate.net The influence of celestial bodies and astronomical ... - ResearchGate
  • researchgate.net Marking Time in the Inca Empire | Request PDF - ResearchGate
  • arxiv.org On the astronomical content of the sacred landscape of ... - arXiv
  • researchgate.net (PDF) Inca Astronomy and Calendrics - ResearchGate
  • scribd.com Zuidema Catachillay Calendario 1982 | PDF | Inca Empire | Sky - Scribd
  • h-net.org H-Net Reviews
  • ri.conicet.gov.ar THE CROSSOVER AMONG THE INCAS IN THE COLLASUYU
  • oxfordre.com Moon and Planets Among the Incas and Other Pre-Hispanic Andean Peoples | Oxford Research Encyclopedia of Planetary Science
  • scielo.org.co The Pleiades and the Agrarian and Ritual Calendar of the Incas - SciELO Colombia
  • cas.illinois.edu R. Tom Zuidema - Center for Advanced Study
  • amsacta.unibo.it The Inca Calendar, the Ceque system, and their representation in Exsul Immeritus - AMS Acta
  • arxiv.org A calendar Quipu of the early 17 century and its relationship with the Inca astronomy. - arXiv
  • scribd.com The Inca Calendar - T Zuidema | PDF - Scribd
  • ph.pollub.pl Astronomical observations in the Inca Temple of Coricancha (Cusco)? A critical review of the hypothesis - Publishing House

El Calendario Inca Según la Investigación de Tom Zuidema

1. Introducción: La Obra Pionera de Tom Zuidema sobre el Calendario Inca

Tom Zuidema es reconocido como una figura fundamental en el campo de los estudios andinos, especialmente por su trabajo innovador sobre la sociedad inca, la astronomía y los sistemas calendáricos. Su erudición comenzó en la década de 1960 con su disertación sobre el Sistema de Ceque, el cual estableció las bases intelectuales para sus interpretaciones posteriores y más explícitas del calendario inca. Su enfoque sostenido en los conceptos andinos del tiempo es evidente en sus numerosas publicaciones, incluyendo su obra seminal El Sistema de Ceque del Cuzco (1964) y su libro posterior El Calendario Inca (2008).

Zuidema fue el primero en reconocer la profunda relevancia de la astronomía dentro de la intrincada estructura del Sistema de Ceque. Postuló que este marco organizativo, que gobernaba la Ciudad Real del Cuzco y, por extensión, todo el Imperio Inca, estaba intrínsecamente conectado con el calendario lunar-sideral inca. Sus primeros estudios sobre el Sistema de Ceque proporcionaron la base esencial para sus subsiguientes y detalladas interpretaciones del calendario inca, demostrando un enfoque holístico de los sistemas de conocimiento incas.

La erudición de Zuidema se caracteriza por un enfoque interdisciplinario que trasciende un simple estudio cronológico del calendario inca. Su trabajo sobre el Sistema de Ceque, que es un marco de organización espacial y social, informó directamente sus interpretaciones calendáricas. El énfasis constante en que el trabajo temprano y fundamental de Zuidema se centró en el Sistema de Ceque, y que este sistema "proporcionó la base para la interpretación del calendario inca", sugiere una conexión conceptual fundamental. Esto implica que para los incas, el tiempo no era un concepto abstracto y lineal, sino que estaba profundamente arraigado en su paisaje físico, social y ritual, gestionado a través de la organización de los ceques y las huacas. Este enfoque revela una comprensión más profunda de la cosmovisión andina, donde el espacio y el tiempo son elementos inseparables y mutuamente constitutivos de la realidad.

La progresión de las publicaciones de Zuidema, desde su disertación de la década de 1960 sobre el Sistema de Ceque hasta su libro de 2008 El Calendario Inca y sus "publicaciones recientes... todas relacionadas con los conceptos andinos del tiempo", denota un compromiso académico sostenido y en evolución con la calendárica inca. La cronología de la obra de Zuidema muestra un enfoque continuo y cada vez más profundo en los conceptos andinos del tiempo. Esto indica que su comprensión del calendario inca no fue una conclusión singular y estática, sino un cuerpo de investigación dinámico que se refinó y expandió a lo largo de décadas. Este contexto es crucial, ya que enmarca las interpretaciones de Zuidema como el resultado de una reevaluación y un desarrollo intelectual continuos, lo que subraya la complejidad del tema y el rigor de su enfoque.

2. El Sistema de Ceque: Un Marco Espacial y Temporal

El Sistema de Ceque era un complejo marco organizativo compuesto por 41 líneas radiales (ceques) que emanaban del templo central del Sol, Coricancha, en Cuzco, la capital inca. A lo largo de estas líneas se ubicaban numerosos santuarios sagrados o sitios rituales conocidos como huacas. Cuzco estaba dividido en cuatro cuartos radiales o suyus, que reflejaban las cuatro partes del estado inca, Tahuantinsuyu. Cada suyu contenía un número específico de ceques (por ejemplo, tres suyus con nueve ceques cada uno, y un cuarto suyu con catorce ceques, sumando un total de 41 ceques).

La visión pionera de Zuidema fue que el sistema de ceque no era meramente una organización espacial o ritual, sino que estaba intrínsecamente vinculado a la astronomía inca y servía como un sofisticado marco calendárico. Cada ceque organizaba un número específico de huacas, a las que se asistía ritualmente en días particulares, lo que hacía que el recuento de huacas fuera fundamental para comprender el calendario inca. Una correlación numérica clave identificada por Zuidema es que las 328 huacas en el sistema de ceque corresponden a un período de 12 meses lunares siderales (12 x ~27.33 días = 328 días). Este período de 328 días también contiene 41 semanas de ocho días, un número igual al total de ceques. Esto establece una profunda conexión numérica y estructural entre la disposición física del Cuzco y su sistema calendárico.

Zuidema propuso que la información numérica contenida en el sistema de ceque se registraba en quipus, los registros de cuerdas anudadas de los incas. Sugirió que un ceque probablemente estaba representado por una cuerda y cada huaca de ese ceque por un nudo, lo que permitía a los especialistas incas en quipus utilizarlos como un "rosario" con fines calendáricos y organizativos. Este concepto llevó a la idea del sistema de ceque como un "Khipu monumental", lo que implica que la propia organización espacial del Cuzco podía leerse como una manifestación física de la información calendárica y astronómica.

La obra de Zuidema redefine fundamentalmente el sistema de ceque, transformándolo de un mapa estático de santuarios a un "calendario-almanaque" dinámico y multidimensional. Integra el espacio, el ritual, la jerarquía social y el tiempo (actividades semanales, mensuales, estacionales y anuales) en un marco único y cohesivo. Esto representa un salto conceptual significativo. Implica que el calendario inca no era un sistema abstracto y desvinculado para simplemente contar días, sino un marco vivo y encarnado que estructuraba toda su realidad, desde las ceremonias religiosas hasta las funciones administrativas y la organización social. El término "almanaque" sugiere además su utilidad práctica para la planificación y la gobernanza, destacando el papel fundamental del calendario en la sociedad inca.

La propuesta de que el sistema de ceque podría leerse como un "Khipu monumental"  y que los quipus se utilizaban para registrar la información de los ceques  apunta a un sistema de gestión de la información altamente avanzado y no alfabético. Esto sugiere que los datos calendáricos abstractos se codificaban físicamente y se organizaban espacialmente, lo que implica una epistemología andina única donde el conocimiento era tangible, mnemotécnico y estaba interconectado con el mundo físico. Si el sistema de ceque es un khipu, entonces el calendario incrustado en él es inherentemente un sistema basado en khipus. Esto va más allá de simplemente reconocer la existencia de quipus para sugerir que eran el medio principal para el calendario, lo que implica un aspecto sofisticado, mnemotécnico y potencialmente performativo de la medición del tiempo inca, donde el conocimiento no solo se leía sino que se manipulaba y experimentaba físicamente.

La observación de que, si bien existía el concepto de "líneas de visión rectas" para los ceques, la ubicación real de las huacas podría no ajustarse exactamente a tales líneas , sugiere una comprensión matizada de la precisión en las prácticas astronómicas y calendáricas incas. Esto resalta una contradicción sutil pero importante entre el ideal teórico y la implementación práctica. Implica que la función calendárica o astronómica de los ceques podría no haber dependido únicamente de una alineación lineal perfecta, o que el sistema era adaptable al paisaje, o que diferentes aspectos del sistema tenían diferentes niveles de requisitos de precisión. Esto añade una capa de complejidad a la "ingeniería" inca de su paisaje calendárico, lo que sugiere un enfoque pragmático de sus modelos cosmológicos.

3. La Interpretación de Zuidema de los Ciclos Calendáricos Incas

La contribución más distintiva e influyente de Zuidema es su hipótesis de un calendario lunar sideral, a menudo denominado "calendario lunar estelar" o "quipu-calendario". Se propone que este calendario tiene una duración de 328 días, derivados de 12 meses lunares siderales (12 x ~27.33 días = 328 días). Este período de 328 días está explícitamente vinculado a las 328 huacas (santuarios) en el sistema de ceque, y puede dividirse en 41 semanas de ocho días, un número igual al total de ceques, lo que refuerza la conexión numérica y estructural entre los marcos espaciales y temporales. El ciclo lunar sideral estaba íntimamente ligado a la observación de las Pléyades, con eventos clave como su salida helíaca en junio, su primera puesta helíaca después del 21 de noviembre y su última puesta helíaca a mediados de abril, marcando puntos calendáricos significativos. Zuidema propuso un período de invisibilidad de 37 días para las Pléyades.

Los incas también utilizaban un calendario lunar sinódico, que medía el tiempo de luna nueva a luna nueva, alineándose con las fases de la luna. Este calendario consistía típicamente en 12 meses, cada uno con 29 o 30 días. La duración total de 12 meses sinódicos es de aproximadamente 354-355 días. Los rituales que caían entre las principales observaciones solares a menudo se determinaban por las fases de la Luna.

La evidencia sugiere la existencia de un calendario solar, comúnmente descrito como de 12 meses de 30 días, totalizando 360 días, con 5 días "epagomenales" o adicionales para completar el año tropical de 365 días. El Pachaquipu, un documento analizado por Zuidema, se describe como un calendario lunar/solar de 365 días. Algunas fuentes sugieren que el calendario solar, tal como se describe en los primeros documentos coloniales, pudo haber caído en desuso después de la conquista española, y las poblaciones andinas regresaron a los recuentos lunares.

Zuidema defendió una sofisticada combinación y conciliación de estas diversas observaciones calendáricas. El calendario lunar sideral de 328 días fue diseñado para tener un "lugar fijo en el año solar" a pesar de su base sideral. La correlación del ciclo lunar sinódico con el año tropical se logró mediante la intercalación de un decimotercer mes adicional aproximadamente cada 2 o 3 años. Documentos como el Pachaquipu daban cuenta de días adicionales de formas únicas, como colocándolos bajo la protección del sol en un "decimotercer colgante".

Mientras Zuidema reconoce la existencia de calendarios solares y lunares sinódicos, su énfasis en el calendario lunar sideral de 328 días, directamente vinculado a las huacas y los ceques, sugiere que lo consideraba el esqueleto estructural fundamental de la medición del tiempo inca, particularmente para fines rituales y organizativos. Múltiples fuentes  resaltan consistentemente el calendario lunar sideral de 328 días y su conexión con las Pléyades y el sistema de ceque como elementos centrales de la tesis de Zuidema. No es simplemente un tipo de calendario entre otros; se presenta como el "esqueleto estructural" y la "base" de su interpretación. La correspondencia numérica explícita (328 huacas = 328 días = 41 ceques/semanas) es demasiado precisa para ser una coincidencia y sugiere fuertemente un diseño deliberado e integrado por parte de los incas, tal como lo interpreta Zuidema. Esto implica una comprensión no lineal, cíclica y profundamente integrada del tiempo para los incas, donde los movimientos celestes, las características del paisaje y la organización social eran parte de un sistema calendárico unificado.

Una afirmación en una de las fuentes indica que "los meses siderales son móviles, al igual que los meses sinódicos". Este detalle crucial implica un sistema calendárico dinámico en lugar de estático, que requiere observación y ajuste continuos, lo que contrasta con la naturaleza fija de un calendario puramente solar. La afirmación sobre los meses siderales "móviles" , cuando se contrasta con la idea de que el calendario lunar sideral de 328 días "tenía un lugar fijo en el año solar", presenta una paradoja sutil pero importante. Si los meses siderales individuales son móviles, su alineación con las estaciones agrícolas o los eventos solares fijos cambiaría anualmente, lo que requeriría una observación constante y, potencialmente, ajustes rituales. Esto destaca los desafíos prácticos y la sofisticación intelectual necesarios para mantener un sistema tan complejo. Sugiere que el calendario inca no era una herramienta rígida y predictiva en el sentido moderno, sino un marco flexible para organizar la vida ritual y agrícola en relación con fenómenos celestes dinámicos.

Un punto significativo de contención académica surge del Pachaquipu, que informa un período de invisibilidad de las Pléyades de 61 días, lo que "difiere significativamente" del período de 37 días propuesto por Zuidema. Esta discrepancia lleva a otros académicos a concluir que el Pachaquipu "no apoya la existencia entre los incas de tal calendario lunar-sideral". La contradicción directa con respecto al período de invisibilidad de las Pléyades es un punto crítico de discusión. El hecho de que los autores de la fuente declaren explícitamente que el Pachaquipu "no apoya la existencia entre los incas de tal calendario lunar-sideral" basándose en esta discrepancia tiene una implicación significativa. Esto obliga a una consideración más profunda de la fiabilidad e interpretabilidad de las fuentes coloniales al reconstruir las prácticas prehispánicas. Implica que el trabajo de Zuidema, aunque fundamental, es parte de un diálogo académico en curso donde nuevas evidencias o reinterpretaciones de las evidencias existentes pueden refinar o desafiar aspectos específicos de sus modelos, lo que subraya la naturaleza dinámica y a menudo disputada de la investigación etnohistórica.

La siguiente tabla resume los principales ciclos calendáricos según la interpretación de Zuidema:

Tabla 1: Ciclos Calendáricos Clave en el Modelo de Zuidema

Tipo de CalendarioDuración (aprox. días)Base Astronómica PrincipalCaracterísticas Clave / Conceptos Asociados (Interpretación de Zuidema)
Lunar Sideral328Pléyades / Luna SideralVinculado a 328 huacas / 41 ceques / semanas de 8 días
Lunar Sinódico354-355Fases Lunares / Luna Sinódica12 meses (29/30 días)
Solar365Sol / Año Tropical12 meses (30 días) + 5 días epagomenales; Intercalación (13er mes cada 2-3 años para alineación sinódica a solar)

4. Observaciones Astronómicas y su Integración

Zuidema enfatizó consistentemente la importancia primordial de las observaciones solares para el calendario inca. Eventos clave incluyeron los solsticios (junio y diciembre), que marcaban importantes rituales estatales como el Capac Raymi (junio) y el Inti Raymi (diciembre). Alineaciones arquitectónicas específicas en Coricancha, el templo central del Sol en Cuzco, fueron cruciales. Zuidema y Aveni propusieron que las observaciones del amanecer el 25 de mayo y el 18 de julio (cuando los rayos del sol cortaban el eje del corredor principal de Coricancha) eran clave para organizar el ciclo calendárico inca. Los pasajes del sol por el cénit y el antícenit en la latitud de Cuzco también fueron muy significativos, siendo el período de 107 días entre los dos pasajes por el cénit (del 30 de octubre al 14 de febrero) de "importancia fundamental" para los incas. Se utilizaron marcadores solares o torres en las colinas que rodean Cuzco, como Picchu, Chinchincalla y Quiancalla, para marcar solsticios y otras fechas calendáricas.

Zuidema sostuvo que la Luna era "mucho más importante de lo que generalmente se afirma" en la sociedad y la calendárica inca. Las observaciones lunares eran cruciales para la realización de numerosas ceremonias y para la toma de decisiones estratégicas, incluyendo el momento de las hostilidades. El calendario inca incorporaba meses lunares sinódicos (de luna nueva a luna nueva), y Zuidema también investigó las observaciones horizontales y cenitales de la LunaLos incas también eran capaces de predecir eclipses lunares, que tenían importantes propósitos políticos e ideológicos.

Las Pléyades (Qutu o Collca) eran preeminentes entre las estrellas observadas, asociadas con el cultivo del maíz e intrínsecamente ligadas al ciclo lunar sideral. Su salida helíaca (en junio) y sus puestas helíacas (la primera después del 21 de noviembre, la última a mediados de abril) marcaban puntos calendáricos críticos. El ciclo sinódico de Venus también era muy importante, regulando ceremonias como el warachikuy (ritos de iniciación de la pubertad masculina). Venus estaba simbólicamente vinculada al Inca Rey y al Señor del Trueno, sirviendo como patrón de la juventud. Otros cuerpos celestes, incluyendo el Cinturón de Orión y las constelaciones de nubes oscuras (por ejemplo, la llama celestial), también fueron observados y tenían un significado cultural.

Zuidema postuló que algunas líneas de ceque servían como líneas de visión astronómicas para observar fenómenos en el horizonte, conectando santuarios terrestres con eventos celestes. El sistema de ceque, a través de sus huacas y organización radial, facilitó la coordinación de las principales actividades ceremoniales con los ciclos lunares y solares, actuando como un sistema mnemotécnico para estas alineaciones. La hipótesis de Zuidema y Aveni sugirió específicamente que las observaciones astronómicas en Coricancha formaban el "esqueleto estructural" del ciclo calendárico inca de 328 días, destacando la profunda integración de la arquitectura, la astronomía y la función calendárica.

La investigación de Zuidema revela que la astronomía y la calendárica incas no eran meras búsquedas científicas, sino que estaban profundamente arraigadas en los mecanismos de control político, religioso y social del imperio. Las observaciones astronómicas se utilizaban para "legitimar el estatus imperial", "realizar numerosas ceremonias" e incluso "tomar decisiones sobre el inicio de las hostilidades". Estas fuentes construyen un fuerte argumento a favor del calendario como un instrumento sofisticado de la política y el poder. Esto representa una comprensión más profunda del papel funcional del calendario, demostrando su utilidad más allá de la mera medición del tiempo.

La afirmación de que el calendario lunar sideral de 328 días "tenía un lugar fijo en el año solar", a pesar de la naturaleza "móvil" de los meses siderales, sugiere un complejo sistema de conciliación o alineación. Esto implica un sistema calendárico dinámico en lugar de estático, que requiere observación y ajuste continuos para mantener el ciclo sideral sincronizado con el año solar agrícola y ceremonial. La aparente contradicción entre un "lugar fijo" y meses "móviles" exige un análisis más profundo. Implica que los incas emplearon un método sofisticado de intercalación o recalibración para gestionar las discrepancias entre los diferentes ciclos celestes. Esto sugiere que el calendario inca no era una herramienta rígida y predictiva en el sentido moderno, sino un marco flexible que requería una observación astronómica continua y ajustes rituales para mantener su coherencia y utilidad práctica.

El énfasis recurrente en Coricancha y en observaciones solares específicas (25 de mayo, 18 de julio, solsticios, pasajes por el cénit) dentro de su arquitectura  establece este sitio sagrado como un observatorio astronómico central y altamente preciso, y como el "esqueleto estructural" del calendario inca. Múltiples fuentes vinculan consistentemente observaciones solares específicas a características arquitectónicas dentro de Coricancha. Se refieren explícitamente a las observaciones de Coricancha como la formación del "esqueleto estructural de un ciclo calendárico inca específico". Esto establece un fuerte vínculo causal entre el diseño arquitectónico y la función calendárica. Sugiere que la propia capital inca, particularmente su sitio más sagrado, fue diseñada deliberadamente para encarnar y facilitar el sistema calendárico, convirtiendo efectivamente la ciudad en un calendario viviente y monumental. Esto pone de manifiesto el avanzado conocimiento astronómico y la destreza arquitectónica de los incas.

La siguiente tabla detalla las observaciones astronómicas y las fechas significativas según las interpretaciones de Zuidema:

Tabla 2: Observaciones y Fechas Astronómicas Significativas (Interpretaciones de Zuidema)

Observación/FenómenoSignificado (según Zuidema)Estructuras/Ubicaciones Asociadas
Solsticio de JunioMarca el Capac RaymiCoricancha, Picchu, Quiancalla
Solsticio de DiciembreMarca el Inti RaymiCoricancha, Chinchincalla
Pasajes del Sol por el CénitPeríodo de importancia fundamental (107 días, 30 oct - 14 feb)Coricancha
Amanecer en Coricancha (25 de mayo)Clave para organizar el ciclo calendáricoCoricancha
Amanecer en Coricancha (18 de julio)Clave para organizar el ciclo calendáricoCoricancha
Salida Helíaca de las PléyadesLigado al ciclo lunar sideral, inicio del añoLíneas de Ceque
Primera Puesta Helíaca de las PléyadesLigado al ciclo lunar sideralLíneas de Ceque
Última Puesta Helíaca de las PléyadesLigado al ciclo lunar sideralLíneas de Ceque
Período de Invisibilidad de las Pléyades (propuesta de Zuidema)37 díasN/A
Ciclo Sinódico de VenusRegula el warachikuy, vinculado al Inca Rey/Señor del TruenoN/A

5. El Pachaquipu y su Contribución al Análisis de Zuidema

El Pachaquipu, encontrado dentro del documento Exsul Immeritus (EI) de principios del siglo XVII, es un documento calendárico crucial que Zuidema analizó extensamente. Zuidema concluyó que su autor, Blas Valera, "de alguna manera tuvo acceso al calendario inca", posiblemente a través de un contacto directo con informantes incas o durante su trabajo para el III Concilio Limense a finales del siglo XVI.

El Pachaquipu se representa como un "quipu ficticio" con 12 cuerdas colgantes que representan 12 meses sinódicos, cada una con 29 o 30 nudos. También se refiere a la existencia de 12 meses solares de 30 días cada uno, con 5 días adicionales contabilizados en un "decimotercer colgante extra", sumando un total de 365 días para el año. El Pachaquipu incluye de forma única "semanas" o períodos de 10 y 15 días que corren "independientemente pero simultáneamente con el recuento de los meses". Contiene datos astronómicos específicos y fechados relevantes para la latitud de Cuzco, como la luna nueva del 3 de junio de 1532 y un eclipse lunar total el 9 de febrero de 1533.

El análisis de Zuidema implicó la comparación del Pachaquipu con dos calendarios de quipu prehispánicos supervivientes: un calendario Huari (de tiempos anteriores) que cuenta 12 meses de 30 días más cinco días adicionales, alineándose con el aspecto de calendario solar del Pachaquipu pero careciendo de referencias lunares; y un calendario de Quipu de Ica (de tiempos incas) que combina un recuento solar con uno lunar de manera similar al Pachaquipu. También señaló un calendario de Chachapoyas (finales del período inca o principios del colonial) que mostraba influencia europea en la duración de sus meses.

Aunque el Pachaquipu es coherente con el conocimiento existente, Zuidema creía que no ofrecía información nueva sobre la estructura fundamental del calendario inca. En cambio, su principal contribución es "etnológica antropológica", proporcionando valiosos conocimientos para comprender y programar con precisión el ciclo de rituales y festividades incas para años históricos específicos, como 1532-1533. Crucialmente, el Pachaquipu presenta una discrepancia significativa con respecto al período de invisibilidad de las Pléyades, informando 61 días, lo que difiere sustancialmente de los 37 días propuestos por Zuidema. Esto lleva a otros académicos a concluir que el Pachaquipu "no apoya la existencia entre los incas de tal calendario lunar-sideral".

La evaluación de Zuidema de que el valor del Pachaquipu reside en sus conocimientos "etnológicos antropológicos" para comprender y programar con precisión las festividades incas para años específicos (1532-1533) sugiere que el documento es menos un modelo teórico y más una aplicación o registro práctico y "en tiempo real" del calendario inca en acción durante un período histórico crítico. El Pachaquipu contiene datos históricos específicos (3 de junio de 1532, 16 de noviembre de 1532, eclipse del 9 de febrero de 1533). Esto indica que no es una plantilla calendárica genérica, sino un registro específico y fechado de la práctica calendárica. Esto implica que el Pachaquipu proporciona una ventana única a la implementación práctica y la naturaleza adaptativa del calendario inca durante el turbulento período de la conquista, en lugar de simplemente sus reglas estructurales abstractas. Esto conduce a una comprensión más profunda de su utilidad y significado.

La discrepancia entre el período de invisibilidad de las Pléyades propuesto por Zuidema (37 días) y el período registrado en el Pachaquipu (61 días) pone de manifiesto los desafíos inherentes a la reconstrucción de sistemas prehispánicos a partir de documentos de la época colonial. Esto sugiere que tales fuentes, si bien son invaluables, pueden estar influenciadas por la comprensión europea, los sesgos de los informantes o las prácticas indígenas en evolución bajo el dominio colonial, lo que requiere un cuidadoso análisis crítico y conduce a un debate académico continuo. La contradicción directa con respecto al período de invisibilidad de las Pléyades es un punto crítico de contención. El hecho de que las fuentes afirmen explícitamente que el Pachaquipu "no apoya la existencia entre los incas de tal calendario lunar-sideral" basándose en esta discrepancia tiene una implicación significativa. Esto obliga a una consideración más profunda de la fiabilidad e interpretabilidad de las fuentes coloniales al reconstruir las prácticas prehispánicas. Implica que el trabajo de Zuidema, aunque fundamental, es parte de un diálogo académico en curso donde nuevas evidencias o reinterpretaciones de las evidencias existentes pueden refinar o desafiar aspectos específicos de sus modelos, lo que subraya la naturaleza dinámica y a menudo disputada de la investigación etnohistórica.

6. Conclusiones

La investigación de Tom Zuidema sobre el calendario inca revela un sistema de medición del tiempo de notable complejidad y profunda integración con la organización social, espacial y cosmológica del Imperio Inca. Su trabajo pionero, enraizado en el estudio del Sistema de Ceque, demostró que el calendario no era una mera secuencia de días, sino un "almanaque" multidimensional que regulaba el espacio, el ritual, la jerarquía y las actividades temporales.

Zuidema propuso la existencia de múltiples ciclos calendáricos operando simultáneamente, destacando particularmente un calendario lunar sideral de 328 días vinculado directamente a las 328 huacas del sistema de ceque y a las observaciones de las Pléyades. Esta correlación numérica precisa subraya una concepción inca del tiempo que era tangible y estaba intrínsecamente ligada al paisaje sagrado de Cuzco. Además, identificó la presencia de un calendario lunar sinódico (de 29 o 30 días por mes) y un calendario solar de 365 días, con mecanismos de intercalación para armonizar estos ciclos dispares.

Las observaciones astronómicas, especialmente las solares en Coricancha (como los solsticios y los pasajes por el cénit, así como fechas clave como el 25 de mayo y el 18 de julio), las lunares (fases y eclipses) y las estelares (Pléyades, Venus), no eran solo prácticas científicas. Zuidema demostró que estas observaciones estaban profundamente imbuidas de significado político y religioso, utilizadas para legitimar la autoridad imperial, programar ceremonias cruciales e incluso influir en decisiones militares. Coricancha, el templo central, emerge en su análisis como un observatorio astronómico central y un eje calendárico, con su arquitectura diseñada para facilitar estas observaciones precisas.

Si bien documentos como el Pachaquipu, analizados por Zuidema, ofrecen valiosos "instantáneas" de la aplicación práctica del calendario inca en momentos históricos específicos, también plantean desafíos interpretativos. Las discrepancias, como la duración del período de invisibilidad de las Pléyades, resaltan la naturaleza compleja de reconstruir sistemas prehispánicos a partir de fuentes coloniales, que pueden reflejar influencias europeas o adaptaciones indígenas post-conquista.

En síntesis, la investigación de Tom Zuidema ha transformado la comprensión del calendario inca, revelándolo no como un simple dispositivo de conteo de tiempo, sino como un sistema sofisticado, interconectado y dinámico que funcionaba como la columna vertebral de la organización social, política y cosmológica del Imperio Inca. Su legado reside en haber desentrañado la profunda interrelación entre el espacio, el tiempo y el ritual en la cosmovisión andina, ofreciendo un modelo que sigue siendo fundamental para los estudios de la astronomía y la cultura inca.